Sigue las actividades de Estudios Hispánicos
y de Filología Española de la Universidad Autónoma de Madrid


Dirección: José Martínez Millán y Antonio Rey Hazas
Lugar: Alcázar de San Juan. Hotel Convento Santa Clara
Fechas: 6, 7 y 8 de julio de 2015
2 créditos LRU/ 1 ECTS
Precios de los cursos:
Matrícula con alojamiento (habitación compartida):
Miembros UAM: 171,74€ Externos: 187,73€
Matrícula sin alojamiento (con almuerzo): 84,45€
Se concederán hasta 10 becas completas o 20 medias becas (hasta el 15 de junio)

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» Programa del curso La vigencia del Quijote

En 1615, se publicó la segunda parte del Ingenioso Cavallero don Quijote de la Mancha. Se imprimió en la misma imprenta que la primera parte con un ligero cambio en el título, donde ponía “hidalgo” ahora pone “caballero”. Era algo más que una continuación. Era una afirmación del autor y su obra frente a segundas partes espurias, pero también mucho más que eso porque la riqueza y complejidad de esta continuación supera, a juicio de muchos expertos, a la primera. La diferencia de portada puede muy bien advertir del nuevo rumbo. Don Quijote sale de Castilla, recorre la Corona de Aragón, algo insólito en relación con la primera parte que se desenvuelve en un solo escenario, La Mancha, concluyendo el periplo aventurero en Barcelona. Derrotado regresará a su pueblo para encontrar la paz y recobrar la cordura. Es una texto más político, más abierto a España y a valores y reflexiones que en sus 72 capítulos llevan al protagonista a terminar como hidalgo (para morir) lo que había comenzado como caballero andante.

En el IV centenario de la edición de la segunda parte conviene prestar atención a estos hechos, al autor anciano próximo a la muerte, un reinado gastado, un valimiento que hace aguas… los diez años que transcurren entre la primera y la segunda parte resultan decisivos, en 1605 podría hablarse de Pax Hispánica pero en 1615 ya soplaban los vientos que llevarían a la Guerra de los Treinta Años; en 1605 Don Quijote no habla de economía ni de política, en 1615 sí, habla de economía y de razón de Estado, e incluso Sancho se ensaya como gobernante ideal. Aproximarse a ese momento del siglo XVII es acercarse a una realidad muy distinta a la que nos tienen acostumbrados los manuales, permite ver un cambio de rumbo que no puede zanjarse simplemente con la etiqueta de crisis o decadencia (como hiciera Pierre Villar) sino que tiene una lógica y una consistencia mucho más fuerte; un cambio de rumbo, un contexto que explica el afianzamiento de una idea, la Monarquía Católica.

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